La nanotecnología, o la ciencia que conlleva la manipulación de objetos diminutos, es más común oírlo en sectores como el de la fabricación de chips para teléfonos. Más extraño es oírlo en sectores como el de la alimentación. Sin embargo, también tiene muchas aplicaciones potenciales en el sector alimentario. Un ejemplo sería envasar una hamburguesa. Se ha iniciado el uso de nanomateriales para crear envases que mantengan los productos comestibles almacenados en el interior durante más tiempo.
Estructura del envase
Nanopack es un prototipo similar al conocido como papel film, para envases que tiene nanotubos minerales más pequeños de lo que el ojo humano pueda percibir. Estos están dispersos en su interior dónde acumulan aceites esenciales naturales de plantas como el orégano y el tomillo que tienen la particularidad de propiedades antimicrobianas.
Los nanotubos liberan lentamente los aceites antimicrobianos de la película en el espacio superior de los alimentos envasados. Ello permite que se ralentice activamente la oxidación, los cambios de humedad y el crecimiento microbiano, indican los supervisores del proyecto.
Los primeros experimentos mostraron que la película previno el crecimiento de moho en el pan en tres semanas. Además extendió el tiempo de venta de cerezas frescas y la vida útil del queso en un 40% y 50%, respectivamente.
En el futuro, los supermercados pueden llegar aun más lejos. Podrían incorporar envases de alimentos inteligentes. Tales envases incorporarían diminutos nanosensores, que, según los investigadores, de la Universidad de Stirling, pueden «transmitir» información actualizada al comprador sobre su contenido.
Manipulación
¿Y a la hora de manipular la propia comida? La investigación de varios países muestra posibilidades casi infinitas. La mejora del sabor y la textura de los alimentos puede además comportar la reducción del contenido de grasa. Incluso podrían encapsular nutrientes como las vitaminas para garantizar que no se degraden durante la vida útil de un producto.
Sin embargo, en esta área, las agencias reguladoras de cada estado todavía parecen un poco reacias a estos avances. Toman una postura muy cautelosa, ya que no tienen claro cuál podría ser el impacto a largo plazo del uso de este tipo de tecnología en la cadena alimentaria. Por ello proponen más estudios y un tiempo de precaución para obtener resultados más certeros en este ámbito que puede llegar a afectar la salud.
En el caso de un buen funcionamiento, permitiría tener unos envases mucho más Eycer y con una utilidad y usabilidad más coherente.