Las mentes inquietas no se aferran ni al espacio ni al tiempo en el que vive. Su visión de la realidad y del futuro es diferente a los demás. Las mentes inquietas no sucumben ante los ideales ni a los patrones del pensamiento impuestos de la época que les ha tocado vivir.
El sino de su vida es ir explorando, aprender de la historia, de la ciencia, del universo, de la mente y del espíritu. Indagan sobre cada uno de los campos ampliando el aprendizaje y rellenando las cavidades bacías por conocimiento. Para una mente inquieta nunca es suficiente. Siempre quiere más para saciar su sed de conocimiento, jamás se cubre la necesidad de seguir aprendiendo y entendiendo.
Las mentes inquietas no dependen nunca de nada ni de nadie, encuentran la libertad en cada nuevo aprendizaje, en cada pregunta por resolver. Utilizan la autoestimulación cognitiva planteando nuevas incógnitas detrás de los nuevos conocimientos adquiridos. Este proceso se ejecuta en bucle y de forma indefinida.
A las mentes errantes que transitan los inescrutables senderos del conocimiento, a los buscadores insaciables de la sabiduría, a todos y todas las personas que quieran aprender y enseñarme. Todos ellos deben saber que tienen y tendrán mis libros, mis pensamientos, mis ideas y mis experiencias a un golpe de teléfono.
Porque sólo una mente inquieta entenderá este manifiesto.