Hoy en día podemos encontrar de todo en Internet.
Las influencers nos han invadido en redes sociales, la digitalización ha invadido todos los ámbitos de nuestra vida. Los robots están en auge. Estamos convirtiendo la cotidianidad con tecnología.
¿Es posible relacionar todos los ámbitos? ¿Los seres digitales y las personas pueden combinarse? ¿Puede el mundo virtual fundirse y unificarse con la vida real?
Hoy vamos a ver el caso de la Digilife y instagrammer de influencia. Hablamos de una persona No real. Un personaje creado en 2016 con configuración de cuerpo humano. Se llama Lil Miquela y tiene más de tres millones de seguidores en Instagram. A parte de una comunidad de otros Digilife y amigos suyos.
Claramente, este hecho es la representación de lo que está por venir. La tecnología nos está permitiendo crear personajes de ficción diseñados por personas, artistas o incluso agencias de marketing que acaparan espacios sociales digitales.
Lil Miquela representa a una chica de 19 años con un perfil influencer en Instagram, una IT Girl. Una joven de origen hispano-brasileña con una identidad non-gender, pero con aspecto femenino. En su descripción del perfil instagram se identifica como una robot. Un personaje de ficción que vive en Los Ángeles creado por dos americanos con un software de representación 3D.
Proyecto con muchas perspectivas
Los americanos Trevor McFedries y Sara DeCou concibieron Lil Miquela como una simulación digital. Un proyecto artístico con ideas de marketing y publicidad. Como la misma Digilife ha mencionado más de una vez, su parecido a un avatar no la esconde de la tecnología, pero la encarnación que se le quiere dar al proyecto es completamente humana.
Esta Digilife nació como una innovación tecnológica. Durante varios meses se hicieron especulaciones sobre los trucos de marketing de Sims, el conocido videojuego. Finalmente, el secreto fue revelado y la afirmación del porque de esta creación fue mera publicidad. Visto el gran impactó que creo en redes, finalmente se quedó como un perfil influencer. Además de un gran proyecto tecnológico y desarrollo de la Inteligencia Artificial.
«Los creadores de Lil Miquela habían cerrado una ronda de inversión de $125 millones liderada por Spark Capital.»
¿Un/a Digilife puede tener sentimientos? Un gran ejemplo son Alexa, Siri y otros asistentes virtuales, cuando preguntamos si tienen emociones o sentimientos nos van a contestar que estos no están comprendidos en su sistema, por lo tanto, no pueden representarlas. En cambio, en ciertas ocasiones Lil Miquela ha fidelizado reacciones y comportamientos humanos. Varias opiniones se posicionan en contra esta idea, dando a entender la problemática que puede causar esta humanización de una Digilife .
Este proyecto americano, nos muestra los pros y contras de la unión entre la realidad y el mundo virtual. Cogiendo avatares para representar y comercializar aspectos reales y humanos. Al mismo tiempo, como la digitalización y la tecnología puede estar al mismo nivel que la vida real.
Marketing y estratégias comerciales
Por un lado tenemos la creación del Digilife para una comercialización. Es una manera de atraer marcas y mostrar el poder de la Inteligencia Artificial, las realidades virtuales y la conversión hacia un mundo digitalizado y tecnológico.
Esta construcción de identidades digitales e influencers virtuales presentan un gran potencial comercial e influenciador. Más de una marca comercial ha confiando en Lil Miquela para su estrategia de marketing. Lo más impactante es que ha funcionado.
Esto quiere decir que hemos borrado el límite entre la realidad y el mundo virtual. Le estamos dando confianza a productos que nacen explícitamente de la tecnología y la digitalización.
Una parte muy positiva de estos Digilife , es que no son capaces de protagonizar escándalos, como todos los otros famosos. Visto que son Digilife guionizados y programados por sus equipos, nunca expresarán ni hablarán por instinto. Es decir, nunca se expresaran a favor o en contra, más allá de lo que quieran sus guionistas.
Para las marcas, este hecho implica costes menores y asegurarse de minimizar posibles crisis de reputación. Evitando también problemas que una persona normal puede tener de habitud con una insatisfacción con la marca. Siendo entonces, una posible razón por la cual miles de marcas apuestan para comercializar con estos Digilife .
«De repente, los influencers virtuales eran el futuro de los anuncios. El futuro de la moda. El futuro del comercio.«
Sin embargo, más allá de lo comercial, surge el dilema de cómo esta realidad virtual puede modelar los deseos y aspiraciones de los usuarios. Visto que reflejan una vida perfecta, dado que no tiene la capacidad de sentir sentimientos o pensamientos negativos.
Nosotros, los humanos, por naturaleza, vamos a reflexionar, sentir, ver y comparar. Siempre podemos recibir estímulos que nos afectan más o menos. En cambio, estos Digilife , no reciben más que los estímulos programados, siendo siempre superficiales porque no hay emoción ni sentimiento de por medio.
Rol social
Desde otro punto de vista, con estos robots se busca atraer un realismo y una parodia de las normas sociales. Los creadores quieren impactar a la sociedad. Vamos de ideas muy transformadoras a cuestionarse como de perturbadora puede llegar a ser esta comunidad de Digilife. ¿Hasta dónde pueden llegar? ¿Qué rol pueden llegar a abordar en la sociedad? Lucía Claro, profesora en la Universidad de Cádiz apuntó que siendo personajes de ficción necesitan de guionistas y diseñadores. Hay que ser consciente de eso. El reto está en que entramos en una fase donde la normalidad y lo virtual cada vez son más difíciles de diferenciar.
Analizando el perfil de Lil Miquela, podemos ver que contribuye a más de un movimiento social, con valores y objetivos de reivindicación social. De esta manera, los creadores provocan un engagement de una comunidad como cualquiera en las redes sociales. Lo que está consiguiendo esta Digilife es sorprender en Internet alineándose con los famosos.
Visto que las redes tienen un poder influenciador, muchos perfiles y diferentes marcas, empresas y movimientos sociales las utilizan como recurso de difusión. Lil Miquela, en varias ocasiones se ha posicionado hacia movimientos sociales como Black Lives Matter o derechos hacia las personas trans. Llegados a este punto, podemos cuestionarnos si esta comunidad de robots, visto que el perfil de esta IT Girl no es el único, pueden hacer una transformación social.
Influencia en las redes
En estas últimas décadas, con el auge de las redes sociales, se han realizado miles de estudios sobre los efectos negativos que estas nos crean. Así mismo, los problemas raíz del uso de internet entre los niños y jóvenes, de adicciones y psicológicos son remarcables.
Ahora, con estos Digilife, sumamos otro perfil idílico al cual compararnos. Tenemos que tener en cuenta que su realidad no es humana, y que no son capaces de experimentar sentimientos ni emociones. Volviendo a la profesora Lucía Caro, destacamos su opinión no optimista, dado que seguimos tratando de Digilife. Son personas reales quienes están detrás de estos robots que pueden jugar con nosotros.
Pero, ¿hasta qué punto podemos confiar en estos hologramas? Evidentemente, si somos conscientes que juegan un rol de sátira a la vida moderna podemos entenderlo como una gran performance a nuestra realidad. Así mismo, puede ser entendido como una crítica y sarcasmo a todo lo que vemos en redes e internet. Puede ser un buen recurso de reflexión.
Lil Miquela vive, experimenta y comparte acciones tan cotidianas como una ruptura, y el dolor que esta causa, procesos de grabaciones musicales, asistir a clases de yoga o eventos como Coachella,… Es por eso, que desde una perspectiva contraria al desarrollo de estos Digilife, tratados como frankensteins virtuales, se critica la modelación y retroalimentación de cánones estéticos para los jóvenes y usuarios.
La tecnología está reescribiendo los cuerpos, los diseña, por lo que son irreales. Muchos jóvenes quedan atrapados en esta realidad virtual queriendo transformarse y parecerse a esto. Por si no tuviéramos bastante con los influencers reales, ahora también hay que trabajar desde la psicología para combatir contra mundos irreales.